Pocas veces he contado esta historia a alguien, creo que sólo la saben Javi y mi madre desde hace poco.
Para los que no lo conozcan, Antinoo era el amante favorito del emperador romano Adriano al que, tras morir, se le rindió culto.
Los años han pasado pero (con permiso de Javi) mi amor por él sigue vivo. Lo supe el pasado miércoles, al entrar al Louvre por primera vez en mi vida. Allí me reencontré con él, el mismo Antinoo que me acompañó tantas horas... sólo que esta vez no era una "copia", era ÉL de verdad.

Sí, no pude evitar pedirle a Javi que nos sacara una foto juntos.
Bienvenida a casa!! ya veo que te lo has pasado bien...jeje
ResponderEliminaryo tambien te he echado de menos...
ResponderEliminarHola, Sara:
ResponderEliminarHay numerosas esculturas de Antínoo por todos los museos. Llegó incluso a ser divinizado. Lo interesante es que en todas se le reconoce. Yo lo vi en Delfos y su rostro mostraba una belleza inigualable, un canon de rostro griego. Es fácil enamorarse de él cuando uno lo ve a diario.
Un beso
Es cierto Rosa, en el Louvre había muchísimas esculturas de él!!! pero justo era ésta la que estuvo a mi lado durante dos años. Fue impactante verla allí, me emocioné mucho!
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